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La República Argentina ha avanzado en la protección de productos regionales mediante las Indicaciones Geográficas y las Denominaciones de Origen, que garantizan la calidad y el vínculo con el origen, brindando una diferenciación clara y comprobable. 

Las Indicaciones Geográficas y Denominaciones de Origen son certificaciones que reconocen las cualidades de los productos, su reputación o características específicas ligadas a una zona geográfica determinada. Este sello, brinda valor económico y cultural para las comunidades donde se producen estos productos. 

En un primer lugar, según se define, una Denominación de Origen “Es el nombre de una región determinada que sirve para designar un producto agrícola o alimentario que: es originario de la misma; cuya calidad, característica especifica se deba exclusiva o esencialmente al medio geográfico, comprendidos los factores naturales y los factores humanos; cuya producción, transformación y elaboración se realicen íntegramente en la zona geográfica delimitada.”

Por ello, representa un vínculo estrecho entre el producto, las personas y el lugar de origen, ya que sus cualidades provienen del entorno geográfico en que se elaboran, debidas principalmente a los factores humanos y naturales. 

En un segundo lugar, una Indicación Geográfica “Es el nombre de una región determinada que se utiliza para designar un producto agrícola o alimentario que: proviene de dicha zona; cuya calidad, características específicas, reputación, sean atribuidas a su origen; cuya producción, transformación o elaboración se realicen en dicha región geográfica”. 

En nuestro país, a través de la Ley N° 25.380 y sus normas complementarias y modificatorias, se estableció el Régimen Legal para las Indicaciones Geográficas y Denominaciones de Origen de Productos Agrícolas y Alimentarios. 

Dentro de sus beneficios, la obtención de alguno de estos sellos otorga el 0,5% de reintegro adicional en las exportaciones de estas propuestas alimentarias, así como también la protección legal a los productos y la diferenciación y distinción de su calidad. 

Actualmente, existen únicamente 19 especialidades reconocidas dentro de las categorías: Aceites de Oliva; Aromáticas; Carnes; Confituras; Fiambres y Embutidos; Frutas y Verduras; Infusiones y Mieles. 

Curiosamente, no se encuentran sellos de origen relacionados a la industria pesquera, como sí ocurre en el marco del Sello “Alimentos Argentinos, una opción natural.” 

En el plano internacional, la Unión Europea tiene uno de los sistemas más consolidados en este sentido. Sus principales indicaciones van desde las Denominaciones de Origen Protegido (DOP), Indicación Geográfica Protegida (IGP) y la Especialidad Tradicional Garantizada (ETG) -que protege los métodos de producción tradicionales y no tanto el origen geográfico-. Según información, al año 2024 ya contaban con más de 5.500 productos registrados, incluyendo alimentos, vinos y bebidas espirituosas, entre otros, donde predominan en su mayoría los registrados por Italia, Francia, España, Portugal y Grecia. 

Cabe destacar que según un estudio de la Comisión Europea, se demostró que estas elaboraciones certificadas tienen un precio más de 2 veces superior al promedio de mercado, asociado a sus diferenciales en torno a la calidad, autenticidad y reputación. Esto no solo les implica un mayor ingreso para los productores, sino que también genera mayores márgenes de exportación para estos productos, siendo una herramienta concreta para diferenciarse frente a la competencia en los mercados internacionales. 

En los países de Latinoamérica, el reconocimiento de las Indicaciones y Denominaciones es más reciente que en Europa, pero ha crecido exponencialmente en las últimas dos décadas, contando con aproximadamente 350 elaboraciones protegidas, donde mayormente son: alimentos, bebidas, café, cacao, artesanías y algunos productos agrícolas. 

Según estimaciones, Brasil, México y Colombia son los países que concentran un gran número de registros, pero la región tiene alimentos con gran potencial y características únicas, aun así se necesita impulsar este desarrollo con políticas públicas, apostando a la exportación de bienes con identidad territorial por sobre los commodities y otorgándole otra valoración a este tipo de alimentos de forma local. 

Hasta ahora, ningún país de Latinoamérica ha desarrollado un sistema consolidado de reconocimiento de productos de la pesca marítima. Esta cuestión, representa una oportunidad estratégica para la República Argentina, que con un caladero único por su biodiversidad y la tradición pesquera arraigada de las distintas regiones, nuestro país tiene el potencial para liderar la región en el desarrollo de este tipo de herramientas para el sector pesquero, fortaleciendo su posicionamiento en los mercados internacionales y aportando valor agregado a los recursos.