Por Alejandro Latte. Capitán de Pesca de la Marina Mercante Nacional
En las últimas cinco décadas, la formación y capacitación de los pescadores que trabajan a bordo de los buques comerciales ha experimentado una transformación profunda, marcada por la tecnificación del sector, la regulación internacional y el enfoque en la seguridad y la sostenibilidad.
Durante los años 70 y 80, la capacitación se basaba principalmente en la transmisión de conocimientos prácticos de generación en generación. La formación formal era escasa y se centraba en la experiencia empírica a bordo, que era transmitida de generación en generación. Sin embargo, con el avance de la tecnología pesquera y la expansión de las flotas industriales, la búsqueda de nuevos caladeros, la comercialización de otras especies y la apertura de nuevos mercados; surgió la necesidad de formar tripulantes con mayores conocimientos técnicos, en navegación, incorporación de nuevas tecnologías, motores, y manipulación de artes de pesca y equipos mucho más sofisticados.
A partir de los años 90, se fortalecieron los marcos legales internacionales, como el Convenio STCW-F (Convenio Internacional sobre Normas de Formación, Titulación y Guardia para el Personal que se Desarrolla a bordo de los Buques de Pesca) adoptado por la OMI en 1995. Esto impulsó a muchos países a establecer estándares mínimos obligatorios de formación en áreas varias como: primeros auxilios, seguridad a bordo, lucha contra incendios y supervivencia en el mar, entre otras.
Pero por sobre todas las cosas, habría que destacar dos ejes fundamentales los cuales han sido disruptivos dándole un upgrade a la actividad, marcando un antes y un después, que han sido el vertiginoso pasaje de un mundo analógico a un mundo digital sin escalas y por consiguiente con todas las variantes que ese cambio acarrea y una amplia apertura al mundo globalizado, a los Estados y por consiguiente la apertura de mercados.
En el siglo XXI, la formación se ha ampliado para incluir temáticas como la pesca sostenible, el cuidado del ambiente marino, el control de calidad de los productos pesqueros, la trazabilidad, y los derechos laborales, como así también el apego a las normas internacionales y particulares de cada país ribereño. Además, se han incorporado simuladores, plataformas digitales y cursos especializados que permiten una capacitación continua y adaptada a los desafíos actuales del sector.
En paralelo, el enfoque sobre la normativa pesquera nacional es una asignatura pendiente en los programas formativos. Si bien se ha avanzado en aspectos técnicos y de seguridad, la comprensión de las obligaciones legales, de los límites de actuación y de los mecanismos de control establecidos por la ley es una cuestión que prácticamente no está abarcada.
Dicho esto, resulta fundamental para las tripulaciones contar con conocimientos respecto al tratamiento de las capturas a bordo, así como también de las áreas de veda y las distintas conductas tipificadas en la Ley N° 24.922 -Régimen Federal de Pesca- y sus normas modificatorias y complementarias.
Incluso, la Ley Federal de Pesca en su Artículo 62° expresa que, sin perjuicio de las sanciones que la Autoridad de Aplicación pudiese imponer, la Prefectura Naval Argentina (PNA) labrará el sumario administrativo respecto a la responsabilidad de los capitanes y/o patrones, en virtud a los acontecimientos de la navegación ocurridos a bordo de buques de bandera argentina o extranjeros en aguas jurisdiccionales en nuestro país, así como también los que ocurran en buques argentinos en aguas extranjeras o altamar.
Conocer nuestra normativa pesquera no es solo una herramienta que, previene diversas conductas y protege el medio ambiente, sino que también se convierte en un resguardo legal y operativo para los propios tripulantes, especialmente para los capitanes y patrones que tienen la responsabilidad primaria frente a cualquier infracción, como los máximos responsables de las embarcaciones y de la seguridad de sus tripulaciones.
En resumen, hoy en día, el pescador moderno requiere no solo de habilidades físicas y técnicas, típicas de la actividad, que la convierten en una mezcla exacta entre un arte y un oficio; Sino que, además también requiere de una comprensión integral del entorno marino, de las normativas nacionales e internacionales y del impacto ambiental de su labor, actuando con responsabilidad, previsión y compromiso con los recursos pesqueros que son patrimonio de todos los argentinos.
Ahora bien, como corolario ¿está el sector pesquero argentino a la altura de las circunstancias? Creo que no… y se puede observar a simple vista que los buques en su gran mayoría tienen una antigüedad significativa y un atraso tecnológico de relevancia, la formación y capacitación del personal se basa en programas obsoletos y desactualizados, las normas laborales y los convenios colectivos de trabajo corren la misma suerte y la industria en general descansa en un letargo abrumador. ¿Será que aún vivimos en lo análogo cuando el mundo hace años es digital?
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